[Retroanalisis] Sonic Adventure 2


A veces el destino puede llegar a ser un tanto caprichoso. Si 1991 fue el año en el que la industria vio nacer a uno de sus héroes más queridos, Sonic the Hedgehog (o Sonic el erizo, para amantes de términos patrios), fue precisamente en 2001, justo diez años después (de hecho para celebrar tal aniversario), cuando la mascota de Sega apareció en un título clave que se encargó de cerrar un ciclo. Lanzado para Dreamcast, Sonic Adventure 2 fue la última entrega desarrollada para una consola propia (recordemos que meses después Sega se convertiría en una third party, comenzando a lanzar juegos para sus antaño competidoras) y el último gran destello de calidad antes de que la franquicia entrara en una etapa llena de obras con poca inspiración.




Siendo como fue un estandarte en las 2D, al erizo más veloz del mundo siempre se le ha criticado por no saber aclimatarse como es debido a la tridimensionalidad impuesta por las nuevas generaciones. Lo cierto es que ya el primer Sonic Adventure (lanzado también para Dreamcast en 1998) ofreció un gran nivel, aunque quizá no a la altura de los que para muchos consideraban una leyenda del mundo de los videojuegos. Unos años después llegó esta secuela que pulía algunos defectos y añadía una gran variedad de situaciones. Sonic Adventure 2 fue la muestra de que la mascota de Sega y las 3D no eran incompatibles, sino que se podían combinar alcanzando unos más que espléndidos resultados.


Sonic Adventure 2 destaca ante todo por su gran variedad. Lejos de limitarse a ofrecer las típicas fases de velocidad y plataformeo a los mandos de Sonic, podemos controlar a un total de seis personajes distintos, cada uno con sus propios niveles. El argumento se divide en dos historias paralelas: Hero, que vamos conociendo de la mano de los “buenos” (Sonic, Knuckles y Tails) y Dark, donde controlamos a sus antagonistas (Shadow, Rouge y Eggman). Este interesante recurso alarga la vida del título sin caer en la monotonía. Además, solo terminándose el juego con ambos bandos podremos conocer la trama al completo, ya que estas dos historias se complementan entre sí.


Dentro de cada banda, el guión se las arregla para justificar perfectamente el constante cambio de protagonista entre sus tres personajes. Ya sea con el bando de los buenos o de los malos, cada uno deberá explorar diferentes zonas y, además, lo hará siguiendo distintas mecánicas de juego. A su vez, cada uno de ellos tendrá su propio rival en el bando contrario, rival con el que compartirá dicha mecánica (pero no el diseño) en los niveles y al que se enfrentará en un par de ocasiones (nunca se dan enfrentamientos “cruzados”, por así decirlo). Esto puede sonar un poco confuso, así que a continuación me centraré en explicar uno por uno los diferentes tipos de fases que nos podemos encontrar en función del personaje controlado.


Sonic y Shadow. Como no podía ser de otra forma, a Sonic (al igual que a su alter ego oscuro, Shadow) le tocan las fases de velocidad. Su desarrollo es muy similar al del primer Adventure pero su espectacularidad ha aumentado gracias a un gran diseño, una mayor carga gráfica y nuevos movimientos como el “grindeo” (la habilidad para deslizarse por encima de barandillas y saltar de una a otra con gran velocidad). Los niveles nos llevan a recorrer localizaciones tan variopintas como una ciudad, un bosque, el interior de una pirámide o incluso una fortaleza espacial.


Los enemigos serán cada vez más frecuentes, aunque en realidad suelen jugar un papel secundario: su peligro reside más en la cualidad de aparecer de improvisto y detener nuestra veloz carrera que en demostrar una verdadera capacidad ofensiva. En algunas de estas fases, al igual que en las de los otros personajes, nos encontraremos con una serie de mejoras que añadirán nuevas habilidades a ambos erizos, como ataques y movimientos que harán que los niveles sean cada vez más frenéticos y vistosos.

Knuckles y Rouge. Los niveles protagonizados por Knuckles y Rouge son los que más se alejan del espíritu Sonic: ni se basan en la velocidad ni consisten en ir del punto A al punto B. Y sin embargo, pueden resultar uno de los mayores atractivos del juego. Ahora nos situamos en unos grandes espacios, por lo común abiertos (en los últimos niveles son realmente enormes) por los cuales debemos movernos en busca de tres fragmentos de Master Emerald (u otros objetos según las exigencias del guión).


Estos pequeños cristales de color verde se encuentran repartidos aleatoriamente por cada escenario (cada vez que juguemos una fase de nuevo se redistribuirán) y para encontrarlos tenemos que echar mano de un radar que nos indica la proximidad de cada fragmento (cambiando el color y frecuencia de los pitidos). Para alcanzarlos, podremos excavar, volar o trepar por las paredes, y la presencia de enemigos aquí será poco menos que anecdótica. La mecánica de estos niveles es idéntica a la de los que ya protagonizaba el propio Knuckles en el primer Sonic Adventure.

Tails y Dr. Eggman. Quizá las fases más flojas (aunque esto es solo una apreciación personal), ya que recuperan la linealidad de los niveles de Sonic y Shadow pero carecen de la espectacularidad de estos. Montados en unos robots bípedos deberemos hacernos paso hacia el final de la fase, ayudados tanto por nuestro armamento como por la capacidad de superar grandes distancias planeando (una de las habilidades que deberán ser conseguidas). El apuntado es automático, por lo que solo nos dedicaremos a avanzar disparando a diestro y siniestro, recogiendo anillos y demás objetos de interés, evitando en la medida de lo posible que nos alcance el fuego enemigo y activando interruptores cuando sea necesario.

En cierto momento de la historia, Tails convertirá su robot en una especie de coche y nos tocará conducir por una autopista. Solo será una fase, en la cual no habrá enemigos pero sí una serie de checkpoints que marcan el tiempo límite en el que debemos dar alcance a cierto objetivo. Lo curioso del asunto es que en esta ocasión no será el Dr. Eggman el que, como antagonista de Tails, conduzca en la misión equivalente del modo Dark, sino Rouge.

Una vez completados tanto el modo Hero como el Dark, se desbloqueará un último capítulo que servirá como desenlace para ambas historias y donde se revelarán ciertos detalles bastante aclaratorios sobre el argumento (no especialmente complejo pero lo suficientemente interesante para ser un género que por norma no lo precisa). Siguiendo con la trama, lo cierto es que es uno de los pocos puntos negativos que se le puede poner. No tanto la calidad de su guión (que como acabo de decir, es algo secundario en esta clase de juegos) como por su puesta en escena: doblaje mejorable, ciertas animaciones son un tanto extrañas e idas y venidas de música que a veces no casa muy bien con cada situación (aunque afortunadamente para las fases han sido elegidas con mejro tino) o entra con tanto volumen que solapa las propias voces de los diálogos.

Pero lo cierto es que es un fallo menor. El título, aún contando también con defectillos jugables como ciertos problemas con la cámara, es rabiosamente divertido, y cualquier carencia pasa en seguida a un segundo plano. Horas y más horas de juego nos esperan, ya que una vez completado el arco argumental al completo no habremos sino arañado la superficie de lo que Sonic Adventure 2 puede ofrecer. Cada una de las fases podrá ser rejugada para intentar superar nuevos desafíos, como reunir cien anillos, encontrar el chao perdido, superarla en el tiempo marcado o enfrentarse al modo difícil. Cada vez que logremos cumplir uno de estos objetivos seremos recompensados con un emblema, y puesto que hay un total de 180, echad cuentas sobre lo que puede dar de sí para los jugadores con afán completista.

Y aún hay más. También regresan los chao, esas adorables criaturillas que viven en los jardínes del mismo nombre y que podemos cuidar, llevar al colegio y potenciar sus distintas habilidades (gracias a unos tubitos de colores que dejan caer los enemigos vencidos o unos pequeños animales repartidos por cada fase) para participar en diversos tipos de eventos, como combates y carreras. Así, aparte de conseguir regalos y abrir nuevas zonas del jardín, también nos embolsaremos algún que otro emblema de los anteriormente citados. Y para cuando nos cansemos de todas las posibilidades, siempre queda el multijugador (potenciado en la versión lanzada para GameCube bajo el nombre de Sonic Adventure 2: Battle), con sus carreras, batallas con robots o búsquedas de la Master Emerald.

En definitiva, Sonic Adventure 2 no solo es un juego a la altura del mito de esta gran compañía nipona, sino uno de los mejores exponentes de la saga. Aquí el popular erizo supo demostrar a la perfección que las tres dimensiones también pueden ir con él. No es ya solo la genial idea de vivir una historia desde dos puntos de vista opuestos, su longevidad o su gran apartado técnico para la época (y que no ha envejecido nada mal, todo hay que decirlo). La grandeza de este juego ha sido sin duda el encontrar ese acertado equilibrio entre las trepidantes fases de Sonic/Shadow, las apacibles búsquedas de Knuckles/Rogue, las sencillas pero entretenidas misiones de Tails/Eggman y el relajante sosiego del jardín Chao. ¿Cúantas veces te han ofrecido tantos juegos por el precio de uno?

@Franchuzas

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